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Lo
que publicamos a continuación es el Informe psicológico-clínico
elaborado por el Dr. Eloy Rodríguez-Valdez sobre las consecuencias
que sufrió José luego de más de 20 años de
membresía en la Iglesia Adventista.
No
se trata de un relato personal, sino de un informe elaborado por un profesional
dedicado a brindar atención psicológica a ex-miembros de
sectas destructivas. Este documento fue utilizado como prueba en el litigio
judicial que enfrentó a José con la Iglesia Adventista y
que concluyó cuando los adventistas se apartaron y desistieron
de la causa.
En
atención a su extensión, colocamos a continuación
las conclusiones del documento, quienes deseen tener el documento completo
(el cual ponemos a disposición de todos por considerarlo de gran
importancia), pueden bajarlo en formato Adobe Acrobat (.pdf) desde aquí.
INFORME
del Dr. Eloy Rodríguez-Valdez
Resultados
obtenidos
Resumiendo,
muy brevemente, todos los resultados obtenidos, cabe mencionar los siguientes
puntos: Mi cliente, Dn. José Santiago Hernández Sánchez,
debido a su pertenencia al grupo denominado "Iglesia Adventista del
Séptimo Día", la cual puede ser considerada perfectamente
una auténtica Secta Religiosa Destructiva porque encaja dentro
de la tipología de las mismas, fue desarrollando una serie de trastornos
y disfunciones psíquicas y físicas que antes de entrar en
dicha secta no padecía.
Entre todos estos
trastornos, cabe mencionar, por su importancia los siguientes:
- Respecto al carácter
de mi paciente este se fue modificando lentamente, a lo largo de su
pertenencia al grupo sectario, terminado de desarrollar una rigidez
y poca flexibilidad en el mismo, que antes de entrar en la secta adventista
no tenía. Es decir, el carácter de dicha persona se fue
moviendo cada vez más entre términos "blanco"
o "negro", dejando cada vez menos espacio a alternativas o
matices intermedios o diferentes. Este carácter rígido
es una característica típica de un adepto a secta destructiva,
cuya causa originaria principal es la modificación de pensamiento
(lavado de cerebro) que las sectas destructivas suelen hacer a sus adeptos.
- Asimismo, mi paciente
también acabó desarrollando y afianzando un pensamiento
rígido que, posteriormente, costó bastante trabajo cambiarlo.
Dicho pensamiento rígido consiste en que la persona, por más
que lo desee, no puede desconectarse de una sucesión de pensamientos
o de un modo de considerar el mundo sobre el que esos pensamientos se
han establecido. Es decir, que la persona tiene una serie de pensamientos,
unos esquemas mentales muy rígidos donde no existe flexibilidad
ni tampoco ninguna disposición a buscar otras alternativas y
soluciones a un problema en concreto, sino que para estas personas sólo
hay una forma de ver las cosas y no cambian aunque les perjudique gravemente.
Es uno de los dos pensamientos típicos que se dan en personas
con tendencias suicidas.
- También
se dio una disminución significativa del sentido de humor, algo
fundamental para un buen equilibrio emocional, y que antes de entrar
en la secta adventista si poseía.
- Es importante
resaltar, por otra parte, debido a la modificación de pensamiento
(lavado de cerebro) que se le fue efectuando en dicho grupo sectario,
que mi paciente cada vez fue teniendo mayormente, lo que se llama una
tendencia al reduccionismo maniqueo de la realidad. Es decir, dicha
persona acabó viendo toda la realidad diaria de una forma totalmente
simple y reducida y sin cuestionarse ni intentar indagar los cambios
que continuamente se producen en la realidad.
- Pero, quizás,
uno de los trastornos más importantes de mi paciente fue el incremento
de su pasividad personal y de la dependencia de terceras personas. Otra
característica típica que se da en adeptos a sectas destructivas.
Es decir, dicha persona dependía, siempre hacía lo que
se le mandaba dentro del grupo sectario, hasta que empezó a rebelarse
contra ello y darse cuenta de la manipulación y engaño
en que le estaban sometiendo.
- Otro trastorno,
enormemente importante, que acabó desarrollando mi paciente,
aunque afortunadamente no a niveles muy preocupantes pero sí
serios, fue un deterioro progresivo del aspecto emocional que se acabó
volviendo distante, falto de espontaneidad y oscilante entre la depresión
y la euforia.
- Es por ello que
no fue de extrañar que dicha persona tuviera, durante su estancia
en la secta adventista, y al salirse de ella, bastantes momentos de
depresión, que sin ser enormemente graves, sumían a mi
paciente, a veces, en una significativa apatía. No hay que olvidar
que su estancia en dicho grupo sectario fue enormemente prolongada.
- Hay que recalcar
que también en mi paciente se dio otra característica
típica de sectarios, y que fue una alteración de las pautas
habituales de dos fenómenos tales como la atención y percepción,
debido a que se fue dando, durante su estancia en la secta adventista,
una focalización selectiva por el estrecho y emocionalmente intenso,
marco doctrinal de la secta, donde los estímulos se ven modificados
y alterados.
- Sin embargo, quizás
el trastorno más grave que se dio en mi paciente fue una transformación
de su propia personalidad, con una pérdida progresiva de rasgos
de carácter definitorios individuales, a favor de pautas dominantes
en el grupo sectario (robotización, automatización).
- Dicha persona,
sobre todo en los primeros momentos después de salir de la secta
adventista, tuvo dificultades para tomar decisiones, en circunstancias
que otra persona no las tendría.
- Asimismo mi paciente,
también en los primeros meses de salida de la secta, tuvo dificultades,
a veces serias, para concentrarse en cosas tan simples como leer un
libro. Al poco de empezar lo dejaba.
- Lo mismo se hace
extensible a que tuvo problemas para fijar la atención sobre
algo en concreto.
- Otro trastorno
muy importante que tuvo, típico de sectarios, consistió
en un deterioro de la capacidad para realizar juicios objetivos e independientes.
Su estancia y, por tanto, dependencia de la secta adventista, le interfirió
enormemente en dicha capacidad objetiva.
- Mi paciente tuvo
también problemas de capacidad intelectual. Dicha capacidad intelectual
estaba relativamente mermada, lo que se tradujo en una saturación
fácil y rápida de la capacidad de percepción, análisis
de la realidad y, ya no digamos, de la abstracción espacial.
- Sin olvidar algo
muy importante como fueron los problemas de memoria que dicha persona
fue adquiriendo durante su estancia en la secta adventista.
- Entre otros trastornos
mucho más graves y serios cabe destacar una cierta pérdida
del sentido de la realidad, así como una alteración severa
de la jerarquía de valores anteriores al ingreso en la secta.
Cuando entró en la "Iglesia Adventista del Séptimo
Día" su jerarquía de valores se alteró significativamente,
ya que se le influyó o "programó" para que dedicase
todo su tiempo diario a dicha secta adventista, por encima de los hijos,
familiares, etc.
- Hubo una brutal
alteración de los llamados mecanismos de defensa del Yo (entiéndase
la tarea de la autoconservación y de defensa ante el peligro).
- Se dio una ralentización
del proceso evolutivo personal, ya que su permanencia en la secta adventista
dificultó extremadamente el normal proceso de maduración
que toda persona, incluidos adultos, desarrolla.
- Su permanencia
en la secta hizo que aumentasen en él, aunque no seriamente,
las tendencias llamadas narcisistas (presunción, vanidad, falta
de autocrítica, despreocupación, etc.).
- Tuvo trastornos
del apetito, así como del peso y, por tanto, de la vitalidad.
- Y por último
cabe destacar, algunos trastornos de la conducta sexual.
Por último,
por su importancia que creo debe quedar constancia en el presente Informe
Psicológico-Clínico, se deben destacar algunas características
(trastornos y/o problemas) que mi paciente tuvo nada más dejar
la secta destructiva "Iglesia Adventista del Séptimo Día",
el llamado síndrome postsecta.
- Mi paciente tuvo
bastantes recaídas depresivas nada más abandonar la secta
adventista, debido a la gran fragilidad y anquilosamiento de muchos
de sus mecanismos de autogobierno o autocontrol a consecuencia del proceso
manipulador de que fue objeto dentro del grupo sectario
- Nada más
salirse, y debido a que se le hundió y rechazó definitivamente
el motivo central de su estancia en la secta adventista (es decir, el
ideario sectario y su entorno afectivo) fue adquiriendo un profundo
sentimiento de falta de significado de la vida y de vacío existencial.
- En mi paciente
nada más salirse, se potenciaron sus sentimientos de culpa (que
previamente en la secta le habían metido) durante los tres primeros
meses, ya que se consideró "culpable" de su entrada
en la secta y "avergonzado" de todo lo que hizo mientras estaba
dentro; comportamientos y acciones que no hubiera nunca realizado de
no haber sido captado. Asimismo, dichos sentimientos de culpa se hacen
también extensibles, a que dicha persona se siente culpable de
salirse él, y que dentro de la secta quedan personas que él
mismo captó. Es decir, se siente "culpable" de haber
metido gente en la secta adventista ya que conoce el daño que
van a sufrir.
- Otro problema
de mi paciente, al salirse de la secta adventista, fue el tener que
empezar a afrontar de nuevo las relaciones con la familia, los amigos
y la sociedad en general.
- Mi paciente tuvo
también que enfrentarse a un futuro enormemente incierto, por
el tiempo que le robaron dicho grupo sectario.
- Sentimiento de
rabia e impotencia de haber sido estafado durante los años de
su vida que perdió estando en la secta destructiva y que consideró
como prácticamente "no vividos" o "destrozados"
y que ya no puede recuperar.
- Determinado grado
de soledad, ya que mi paciente al salirse de la secta adventista tuvo
que dejar a gente dentro de la secta con la cual compartió, de
una forma u otra, vivencias, experiencias y factores emocionales. Debido
a que le va a ser muy difícil volver a ser "amigo"
de gente que sigue metida en el grupo sectario, ello le creó,
durante los primeros meses de estancia fuera de la secta, una fuerte
sensación de soledad. Asimismo, durante esta primera estancia
fuera del reducto sectario le fue bastante problemático establecer
nuevas relaciones de tipo amistoso, afectivo o de otra índole.
- Asimismo, mi paciente
durante aproximadamente los seis-siete meses de haberse salido fuera
de la secta adventista desarrolló una autovaloración negativa
ya que empezó a darse cuenta de que fue totalmente engañado
y de que equivocó totalmente su vida (ya que no hay que olvidar
que estuvo aproximadamente más de 20 años dentro de la
secta), lo que le hizo, durante ese tiempo sentirse incapaz de valorarse
positivamente o de tener alta su autoestima.
- Otro aspecto muy
importante que se debe tener en cuenta es que dicha persona, prácticamente
nada más salirse de la secta tuvo un bajo nivel de autonomía
y una baja capacidad de adaptación a la vida cotidiana. Problemas
que fueron subsanándose y desapareciendo con el paso del tiempo.
No hay que olvidar, debido a que perteneció a una secta destructiva,
que cuando salió la capacidad de tomas decisiones por sí
mismo estuvo mermada, así como que presentó serias deficiencias
en los mecanismos de análisis y crítica; al principio
le fue muy difícil contrastar creencias que le habían
enseñado dentro del grupo sectario con la realidad que le rodeaba.
Es decir, en el grupo sectario le habían enseñado que
ante determinadas actitudes y circunstancias de la vida tenía
que actuar de una forma determinada, pero al salirse de la secta la
realidad le fue haciendo ver que dicho "aprendizaje sectario"
estaba opuesta y fuertemente enfrentado a dicha realidad ajena a la
secta.
- Otro problema
o trastorno postsecta en mi paciente fue el anquilosamiento o embotamiento
de la agudeza mental. Ello debido a causa de la mecánica de "razonamiento"
y "pensamiento" impuesto por la secta adventista. Encontró
serias dificultades al principio, para concentrar su atención
y para elaborar o juzgar pensamientos abstractos.
- Pero quizás,
uno de los síndromes postsecta más graves en mi paciente
fue una cierta tendencia a caer en determinados momentos (sobre todo
si se daba un componente depresivo) en estados alterados de conciencia,
llamado también "flotación". Brevemente, ello
significa que el ex-adepto, en este caso mi paciente, de una forma involuntaria,
tiene la sensación de que empieza a flotar en el tiempo hasta
recuperar parte de su anterior identidad sectaria. Es decir, el adepto
se encuentra en una especie de dos personalidades, enfrentadas entre
sí: la personalidad que le fueron fabricando cuando estuvo en
la secta y su auténtica personalidad que recuperó cuando
salió de la secta. Estos episodios, hasta desaparecer, fueron
muy frecuentes, en los primeros tres meses de haber abandonado la secta
adventista.
- Por último,
también en mi paciente se desencadenó un cierto temor,
totalmente irracional, pero enormemente efectivo hacia la secta adventista,
ya que temía encontrarse "cara a cara" con algún
miembro de la secta en activo, y no saber como reaccionar. Dichos miedos,
duraron, hasta desaparecer, aproximadamente unos diez meses.
- Asimismo aclarar,
que mi paciente cuando salió del grupo sectario, fue incapaz
de justificar porqué entró dentro de él. Lo que
demuestra que no entró conscientemente en la secta, sino que
ésta le fue haciendo un auténtico lavado de cerebro (modificación
del pensamiento), además de un auténtico engaño
al no mostrarle lo que realmente dicho grupo era.
De
todo lo anterior expuesto hasta el momento, en el presente informe psicológico-clínico,
se deriva lo siguiente:
Conclusiones
- Dn. José
Santiago Hernández Sánchez ha sufrido desde hace años,
y de una forma gradual, una serie de problemas y trastornos psicológicos
y fisiológicos (principalmente) así como de ámbito
social y familiar debido, exclusivamente, a su pertenencia durante aproximadamente
más de 20 años a la Secta Destructiva denominada "Iglesia
Adventista del Séptimo Día" la cual tuvo una influencia
sobre él totalmente perjudicial, nociva y enormemente dañina.
Problemas o trastornos que el sujeto antes de entrar en dicho grupo
sectario no tenía ni padecía.
- Entre todos estos
trastornos, de mayor o menor intensidad y gravedad, y duración
en el tiempo, cabe destacar los siguientes:
- Alteración
e inestabilidad emocional.
- Cambio del
carácter (de flexible a rígido).
- Desarrollo
de un pensamiento rígido (típico de personas suicidas).
- Cambio del
sentido del humor.
- Incremento
de la pasividad personal.
- Dependencia
de terceras personas (la secta adventista).
- Deterioro progresivo
del aspecto emocional (distante).
- Estados de
depresión.
- Alteración
de las pautas habituales.
- Transformación
de su propia personalidad.
- Dificultades
para tomar decisiones.
- Dificultades
para concentrarse.
- Dificultad
para fijar la atención.
- Deterioro
de la capacidad para realizar juicios objetivos e independientes.
- Problemas
de capacidad intelectual.
- Problemas
de memoria (olvido de las cosas).
- Alteración
severa de la jerarquía de valores.
- Brutal alteración
de los llamados mecanismos de defensa del Yo.
- Ralentización
del proceso madurativo personal.
- Trastornos
del apetito.
- Trastornos
del sueño.
- Adquisición
fuertes sentimientos de culpa.
- Alteración
aspectos afectivos, emocionales y sexuales.
- Etc.
- La presión
psicológica a la que estuvo sometido mi paciente durante toda
su pertenencia a dicho grupo sectario, le ocasionó un gravísimo
daño, no solamente a nivel psicológico, sino también
a nivel físico.
- Es por todo ello,
que mi paciente, aún habiendo superado prácticamente todos
sus problemas y trastornos mencionados a lo largo del presente informe
psicológico-clínico, le ha quedado un riesgo, mucho mayor
que otras personas que no han pasado por una experiencia sectaria, de
que su salud psíquica pueda ser nuevamente dañada y alterada.
- Que si mi paciente,
Dn. José Santiago Hernández Sánchez, no hubiera
tenido por parte mía o de otro profesional, ayuda, tratamiento
y apoyo psicológico, habría sido muy probable de que nuevamente
hubiese entrado en esa o en otra secta destructiva
- Pero lo más
importante por sus nefastas consecuencias, es que si Dn. José
Santiago Hernández Sánchez, no hubiera tenido dicha ayuda
y tratamiento psicológico, prácticamente ninguno de sus
problemas o trastornos que le produjo su estancia en la secta destructiva
"Iglesia Adventista del Séptimo Día", hubiesen
sido resueltos, con las dramáticas consecuencias que ello hubiera
podido conllevar no solamente, en él mismo, sino en otras personas.
- Por todo ello
quiero concluir, que Dn. José Santiago Hernández Sánchez,
tal como se mencionó anteriormente, prácticamente ha superado
todos sus problemas o trastornos que le produjo su permanencia dentro
de la secta destructiva "Iglesia Adventista del Séptimo
Día" pero, sin embargo, el daño moral, ético
y, sobre todo, el periodo de su vida totalmente perdido han sido irreparables.
Este es el informe
psicológico-clínico que emite el psicólogo que suscribe
según su leal saber y entender, y que deja supeditado a su mejor
criterio.
Fdo.: Eloy Rodríguez-Valdés
(Colegiado nº.: TF-0155) Santa Cruz de Tenerife, a 15 de Mayo de
mil novecientos noventa y siete.
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